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Telegram frente a WhatsApp

  • Foto del escritor: Óscar Díaz Jiménez
    Óscar Díaz Jiménez
  • 12 feb 2014
  • 5 Min. de lectura

Si tiene usted smartphone, lo más probable es que alguno de sus contactos le haya invitado a instalar Telegram, un nuevo apliservicio de mensajería instantánea que en los últimos días se ha situado en los primeros puestos de los rankings de descargas de los catálogos locales de Google y Apple. El principal argumento de Telegram frente a WhatsApp parece irresistible: una supuesta máxima seguridad de las comunicaciones. Pero ¿es cierto? Y sobre todo ¿es suficiente para justificar el cambio?Como es obligado en cualquier apliservicio de chat orientado a móviles que pretenda competir con WhatsApp y sus 430 millones de usuarios activos, Telegramaporta varias características diferenciales. Sobre todo juega la carta de la seguridad de las comunicaciones: no sólo protege mediante cifrado las conversaciones ‘normales’ en modo diferido -yo te escribo ahora, tú me lees y me respondes cuando te conviene- que circulan por sus servidores, sino que ofrece una modalidad alternativa de chat ‘secreto’ en la que los dos interlocutores se comunican en directo mediante claves autogeneradas localmente en tiempo real; además, este chat secreto contempla que los mensajes enviados se autodestruyan: una vez leídos por el destinatario, desaparecen de los dos teléfonos en cuanto ha transcurrido el periodo que el remitente decida. Es la versión en texto de las fotografías y vídeos efímeros que Snapchat ha popularizado entre los adolescentes.Telegram también mejora a WhatsApp en otros aspectos -véase la tabla comparativa adjunta-: proporciona confirmación de lectura de cada mensaje; los grupos pueden acoger hasta 200 usuarios; los ficheros a transferir pueden pesar hasta un gigabyte; y el servicio también se puede utilizar con dispositivos que carezcan de tarjeta SIM, como ordenadores y tabletas WiFi, gracias a aplicaciones creadas por terceros a partir de las herramientas API que Telegram pone a su disposición. En su web ya encontramos, además de las propias para Android e iPhone, enlaces a aplis ajenas para Windows Phone, Mac, Windows y Linux.La descarga de Telegram es gratuita, no muestra publicidad y el uso del servicio no requiere el pago de ninguna cuota. Probablemente la explicación inmediata sea que sus creadores, los hermanos Pavel y Nikolai Durov, disponen de la fortuna obtenida al vender a un magnate de las telecomunicaciones su participación en la red social VK que crearon en el año 2006 -imitando sin mucha vergüenza el Facebook de entonces- y que actualmente es la plataforma de este tipo más popular en Rusia y la segunda de Europa por número de usuarios. Pero también es lógico preguntarse cómo se va a financiar en el futuro la infraestructura de servidores y el desarrollo del servicio si sigue siendo gratuito. Siendo positivos, se puede pensar que Telegram no ha sido creado para prestar el servicio a largo plazo, sino para vender su tecnología a alguno de los rivales establecidos; sin duda WhatsApp se beneficiaría mucho de ella.Así pues ¿merece la pena abandonar WhatsApp y pasarse a Telegram? No tan rápido. La plataforma parece potente y el hecho de que el código de las aplicaciones cliente sea abierto suena bien, pues cualquier indicio de comportamiento malicioso no tardaría en ser detectado por algún experto. Pero hay especialistas en cifrado que desconfían de los Durov por haber adoptado un protocolo de creación propia, denominado MTProto, en lugar de utilizar alguno de los ya existentes, como el XMPP que emplea la familia Jabber. Las aplicaciones oficiales de Telegram son poco intuitivas, precisamente en el modo de activar los chats secretos y los mensajes efímeros. Además, resulta molesto que un servicio que presume de privacidad insista en notificarte cada vez que uno de tus contactos lo instala en su teléfono y se da de alta en el servicio, e incómodo que lo haga en la misma lista de sesiones de chat que tienes abiertas -Telegram ha indicado que una próxima actualización permitirá desactivar estas notificaciones. [Actualizado: la aplicación de Telegram para Android ya incluye esta posibilidad].Pero es que además, Telegram comparte con WhatsApp un gran inconveniente -sí, ya sé que muchos de los lectores lo consideran un acierto-: el identificador de usuario es el número de teléfono móvil, de modo que puedes ser interpelado por cualquiera que tenga tu número en su agenda sin que hayas aceptado chatear con él. De hecho, los Durov insinúan que una posible fuente de ingresos sería el alquiler de un segundo número virtual de móvil, específico para el uso de Telegram. Y al igual que en WhatsApp, por el hecho de que otro usuario nos incluya en un grupo, nuestro número de teléfono pasa a ser visible para todos los miembros de ese grupo, otra patada a la privacidad. Y hay más: Telegram también hereda de WhatsApp el indiscreto indicador de la fecha y hora de última conexión de cada interlocutor, aunque en este caso las consecuencias son menos graves gracias a la función de confirmación de lectura de los mensajes.Si le preocupa la intimidad de sus comunicaciones, tal vez antes de optar por Telegram le convendría considerar otras opciones de eficacia demostrada y no menos seguras. BBM está disponible para Android e iOS y pronto recibirá las funciones de llamada de voz y de vídeo que ya tienen los usuarios de terminales BlackBerry. Si utiliza usted WhatsApp, probablemente no tiene gran interés en poder chatear también desde el ordenador, pero si le atrae esta característica de Telegram, recuerde que también la ofrecen tanto los Hangouts de Google como Skype, los dos equipados igualmente con llamadas y videollamadas. Los tres servicios indicados emplean identificadores de usuario no vinculados al número de teléfono móvil; ello permite, por ejemplo, mantener la misma identidad de chat en el teléfono particular y en el profesional. A nivel de servidor, tanto Telegram como BBM, Hangouts y Skype utilizan protocolos privativos, de modo que los cuatro están en igualdad de condiciones en ese aspecto.Respecto a las demás peculiaridades de Telegram, los grupos con capacidad máxima para 200 miembros parecen preferibles a los de 50, pero también constituyen una invitación al spam. En cuanto a la posibilidad de enviar ficheros de gran tamaño, no debe hacernos perder de vista que probablemente el canal más adecuado para enviarlos no es un chat, sino el correo electrónico o un enlace a la nube. Los mensajes que se autodestruyen pueden inclinar la balanza a favor de Telegram en algunas situaciones en las que no conviene dejar rastro de las conversaciones, pero su uso todavía no está bien resuelto en las aplicaciones existentes.En resumen, Telegram no parece estar aún del todo maduro. Obviamente, es más seguro y potente que WhatsApp -hasta mi tostadora es más segura que WhatsApp- y éste no tiene asegurado el futuro: los 200.000 usuarios españoles que se han incorporado a Telegram cada día de la semana pasada son la mejor prueba de la poca lealtad de los consumidores a estas plataformas de comunicación informal. Pero antes de dejarme deslumbrar por las funciones de un servicio nuevo y acabar olvidando al poco tiempo su icono en un rincón de la última pantalla de mi smartphone -es decir, lo que ha ocurrido con Line- yo esperaría a ver cómo evolucionan las aplicaciones de Telegram y a conocer el resultado del concurso que sus creadores han convocado, con 200.000 dólares de premio para el hacker que logre interceptar sus comunicaciones. Especialmente, teniendo a mi alcance alternativas estables, igualmente seguras, aún más funcionales y que protegen mejor la privacidad de mi información de contacto.

 
 
 

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